El Ayuntamiento pide volver al nombre original de El Puig «de Santa María» dado por el Conqueridor .El expediente rescata el topónimo elegido hace 775 años .El Puig fue la única población que Jaume I renombró por su importancia estratégica.«Quiero poblar el monte que ahora es renombrado Enesa y que se llamará El Puig de Santa María». El deseo que expresó Jaume I en su Crónica o 'Llibre dels Feits' hace nada menos que 775 años se va a hacer realidad. El Ayuntamiento acaba de aprobar el inicio de los trámites del expediente para que El Puig sea, dentro de poco, El Puig de Santa María.
Toda la documentación, que incluye un informe elaborado por el historiador y filósofo Julio Badenes, se remitirá a la Conselleria de Cultura y al Consell Valencià de Cultura para obtener el visto bueno definitivo. Después llegará el cambio de señalética, cartelería y documentación impresa.
Y es que volver al nombre original con el que Jaime I bautizó a la localidad implica recuperar un trozo de historia «fundamental para El Puig y para todos los valencianos», señala el historiador autor del informe. El hecho de que el Conquistador utilizara al nombre de la Virgen responde a varias cuestiones. La primera es que quería dejar claro que «la nueva denominación indicaba el nacimiento de una realidad totalmente diferente con respecto a la anterior cultura musulmana». En aquellos tiempos dar ese nombre implicaba un «distanciamiento» del bando musulmán con un topónimo cristiano, puesto que en plena Edad Medio la religión era «el elemento cultural que identificaba y separaba las sociedades mahometanas y cristianas».
Pero Jaime I fue más allá y eligió el nombre de la Virgen, lo que demuestra la gran devoción y fe que le profesaba. Estando en El Puig promete «a Dios y a este altar que es de su Madre que no pasaremos Teruel ni el río de Ulldecona hasta que hayamos tomado Valencia». También se recogen en las crónicas el grito que los guerreros cristianos, comandados por el tío de Jaime I en la batalla del Puig, decían «Santa María, Santa María». Por todo eso se llamó El Puig de Santa María al lugar en el que el rey «había depositado su fe para empezar la conquista de Valencia», a pesar de los consejos de sus caballeros por abandonar un lugar peligroso, «rodeado de la morisma».
Pero la piedra angular de toda esta historia de caballeros y conquistas la cierra un hallazgo, el descubrimiento de una imagen de la Virgen en lo alto de la colina («puig») y que se venera en la iglesia del Monasterio, cuya construcción arranca cuando San Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced, la encuentra en 1237 debajo de una campana.
Al santuario de Santa María de El Puig acudieron durante siglos numerosos valencianos y peregrinos y ha sido siempre baluarte de reyes, desde Jaume I a Alfonso X el Sabio o Felipe III. El Puig es, en definitiva, un lugar especial, «la única población de la zona a la que el rey decide por iniciativa propia ponerle un nuevo topónimo, a modo de estandarte o símbolo que representará el nuevo Reino de Valencia». Y como este año, 2012, los puchencos celebran el 775 aniversario del bautizo de la población, qué menos que impulsar una iniciativa que «honra la historia y la figura del gran monarca», recalca el alcalde de El Puig, José Miguel Tolosa.
Toda la documentación, que incluye un informe elaborado por el historiador y filósofo Julio Badenes, se remitirá a la Conselleria de Cultura y al Consell Valencià de Cultura para obtener el visto bueno definitivo. Después llegará el cambio de señalética, cartelería y documentación impresa.
Y es que volver al nombre original con el que Jaime I bautizó a la localidad implica recuperar un trozo de historia «fundamental para El Puig y para todos los valencianos», señala el historiador autor del informe. El hecho de que el Conquistador utilizara al nombre de la Virgen responde a varias cuestiones. La primera es que quería dejar claro que «la nueva denominación indicaba el nacimiento de una realidad totalmente diferente con respecto a la anterior cultura musulmana». En aquellos tiempos dar ese nombre implicaba un «distanciamiento» del bando musulmán con un topónimo cristiano, puesto que en plena Edad Medio la religión era «el elemento cultural que identificaba y separaba las sociedades mahometanas y cristianas».
Pero Jaime I fue más allá y eligió el nombre de la Virgen, lo que demuestra la gran devoción y fe que le profesaba. Estando en El Puig promete «a Dios y a este altar que es de su Madre que no pasaremos Teruel ni el río de Ulldecona hasta que hayamos tomado Valencia». También se recogen en las crónicas el grito que los guerreros cristianos, comandados por el tío de Jaime I en la batalla del Puig, decían «Santa María, Santa María». Por todo eso se llamó El Puig de Santa María al lugar en el que el rey «había depositado su fe para empezar la conquista de Valencia», a pesar de los consejos de sus caballeros por abandonar un lugar peligroso, «rodeado de la morisma».
Pero la piedra angular de toda esta historia de caballeros y conquistas la cierra un hallazgo, el descubrimiento de una imagen de la Virgen en lo alto de la colina («puig») y que se venera en la iglesia del Monasterio, cuya construcción arranca cuando San Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced, la encuentra en 1237 debajo de una campana.
Al santuario de Santa María de El Puig acudieron durante siglos numerosos valencianos y peregrinos y ha sido siempre baluarte de reyes, desde Jaume I a Alfonso X el Sabio o Felipe III. El Puig es, en definitiva, un lugar especial, «la única población de la zona a la que el rey decide por iniciativa propia ponerle un nuevo topónimo, a modo de estandarte o símbolo que representará el nuevo Reino de Valencia». Y como este año, 2012, los puchencos celebran el 775 aniversario del bautizo de la población, qué menos que impulsar una iniciativa que «honra la historia y la figura del gran monarca», recalca el alcalde de El Puig, José Miguel Tolosa.